Por Bruno Cortés
En el Congreso se discuten muchas reformas que parecen lejanas a la vida diaria, pero esta toca fibras sensibles: el cuidado de niñas, niños y adolescentes. El diputado Juan Ignacio Zavala Gutiérrez, de Movimiento Ciudadano, propone cambios a la Ley General de Educación para que el Estado garantice programas enfocados no solo en enseñar, sino también en proteger y alimentar a las infancias.
La idea central es recuperar y fortalecer el esquema de escuelas de tiempo completo, con jornadas de 6 a 8 horas, pero ahora con un enfoque claro: que se instalen prioritariamente en las zonas más pobres y marginadas del país. Es decir, donde los niños tienen más obstáculos para desarrollarse y donde la alimentación es un reto diario. La iniciativa plantea que estas escuelas no solo den clases, sino también comidas nutritivas y gratuitas, para que el aprendizaje venga acompañado de bienestar.
No se trata de que cada estado invente sus propios programas aislados. La reforma busca que haya un marco nacional, diseñado por la Secretaría de Educación Pública, pero que los gobiernos estatales y de la Ciudad de México puedan complementar con acciones locales según sus contextos. Es decir, la SEP marca la ruta y los estados agregan esfuerzos adicionales.
Detrás de esto hay una visión de política pública más amplia: una política integral de cuidados. No solo para los estudiantes, también para quienes los cuidan. En la práctica, una escuela de tiempo completo con alimentación gratuita permite que las madres y padres tengan un respiro, que puedan trabajar o realizar actividades sin la angustia de que sus hijos se queden sin comer o sin atención.
La propuesta está en la Comisión de Educación y busca que estas escuelas sean reconocidas como pieza clave del desarrollo social, no como un programa temporal o condicionado al presupuesto de cada sexenio. En el fondo, se trata de usar la educación como herramienta para reducir desigualdades: más horas de aprendizaje, comida sana y un espacio seguro para la niñez.
En un país donde millones de familias viven al día y donde el acceso a una buena alimentación sigue siendo un privilegio, convertir a la escuela en un espacio de cuidado integral puede ser un verdadero cambio de juego.