Por Bruno Cortés

 

El debate sobre la reforma en materia de extorsión volvió a encender el ánimo en San Lázaro, pero esta vez con un giro llamativo: el PAN anunció que acompañará la minuta del Senado que endurece las sanciones, mientras desde Morena se defendió el proceso legislativo como parte natural del sistema bicameral. En medio de esa tensión, lo que quedó claro es que la Cámara de Diputados terminó ajustando la ruta que ella misma había aprobado semanas atrás.

El diputado Elías Lixa recordó que, desde el principio, su bancada advirtió que bajar las penas a los extorsionadores era una mala idea, sobre todo porque en varios estados las sanciones ya eran más altas. Explicó que una reforma federal debe funcionar como un “piso parejo” para todo el país, no como un retroceso que termine liberando delincuentes que hoy están tras las rejas. Para él, el Senado simplemente vino a corregir lo que la mayoría en Diputados no quiso escuchar en su momento, y por eso votarán a favor de la nueva versión.

Del otro lado, Ricardo Monreal respondió con un tono más institucional. Aclaró que en un sistema donde existen dos cámaras que revisan las leyes, corregir o modificar lo que hace la otra no debería verse como derrota ni como victoria política. Según él, así funciona el equilibrio entre ambas cámaras: una revisa a la otra y, si lo considera necesario, devuelve un dictamen para afinarlo. Lo que sí dejó claro es que su voto será a favor, aunque recordó que él se mantiene como “garantista”, es decir, alguien que privilegia los derechos y no ve la mano dura como solución automática.

Monreal reconoció que agravar penas no resolverá de fondo el problema de la extorsión, que también nace de la falta de oportunidades, desigualdad y ausencia de alternativas económicas. Señaló que incluso dentro de Morena el debate fue tenso, con posturas divididas sobre qué tan duro debía ser el enfoque punitivo. Aun así, asumió la responsabilidad del acuerdo final, aunque advirtió que las normas “draconianas” rara vez solucionan los problemas de seguridad.

El legislador también lamentó el tono del debate, que describió como áspero y poco informado, donde más de un posicionamiento parecía motivado por la confrontación política antes que por la comprensión del problema. En su visión, cuando la discusión se llena de ataques y sospechas, se pierde la oportunidad de construir reformas más inteligentes.

Al final, lo que llegó a la Cámara fue una señal de equilibrio político: el Senado pidió corregir, Diputados aceptará los cambios, y cada bancada contará su versión de la historia. Pero para quienes viven la extorsión como un peligro cotidiano, lo importante será si esta reforma realmente mejora la capacidad del Estado para investigar y castigar a quienes la cometen, sin caer en excesos legales ni en decisiones apresuradas tomadas al calor del ruido político.

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