Hace cuatro décadas, el sismo del 19 de septiembre de 1985 sacudió la Ciudad de México y dejó huellas imborrables. Hoy, esas cicatrices se transformaron en impulso para la ciencia: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se mantiene a la vanguardia en instrumentación sísmica, telecomunicaciones e ingeniería civil, protegiendo vidas y edificaciones.
Mesa Vibradora: la joya de Latinoamérica
En el Instituto de Ingeniería de la UNAM funciona el Laboratorio de la Mesa Vibradora, único en México y Latinoamérica. Este simulador reproduce movimientos telúricos de diversas magnitudes, permitiendo evaluar cómo reaccionan edificios, equipos y estructuras críticas. Roberto Durán Hernández, responsable del laboratorio, afirma: “Nuestros estudios se integran a los reglamentos de construcción de la Ciudad de México y apoyan a empresas e instituciones educativas”.
Con cuatro metros por lado y cinco grados de libertad, la mesa vibradora soporta hasta 20 toneladas y ha colocado a la UNAM como referente internacional. Su donación por parte de la empresa japonesa Kajima la convirtió en un instrumento codiciado por universidades de Canadá, Estados Unidos, Chile y España.
Red de Banda Ancha: monitoreo en tiempo real
El Servicio Sismológico Nacional (SSN), dependiente del Instituto de Geofísica, opera más de 100 estaciones de monitoreo en todo México. Jorge Alberto Estrada Castillo, responsable de Instrumentación y Mantenimiento, anticipa la instalación de 20 estaciones adicionales en los próximos 18 meses, fortaleciendo la capacidad de respuesta ante cualquier sismo.
Ayer no sonó la alerta sísmica
Algunos ciudadanos notaron que la alerta sísmica no se activó ayer. Estrada Castillo aclaró: “Fue un ajuste técnico necesario para asegurar que, en caso de un evento real, la transmisión de datos sea confiable y sin interrupciones”.
Un legado que salva vidas
Desde la instalación de acelerómetros triaxiales en 1985 hasta la creación del Centro Alterno de Monitoreo en Pachuca, la UNAM ha convertido la tragedia en ciencia aplicada. Hoy, sus simulaciones, estudios y tecnología no solo protegen a la Ciudad de México, sino que también aportan conocimiento valioso a la comunidad científica internacional.
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