La calzada Zaragoza se tiñó de humo y urgencia este miércoles a las 14:20 horas, cuando la volcadura de una pipa de gas en el puente La Concordia provocó una explosión que sacudió a Iztapalapa. El saldo inmediato: tres personas fallecidas y 70 lesionadas. Frente al desastre, la alcaldesa Aleida Alavez Ruiz puso el rostro institucional, informando y coordinando acciones en un momento en el que cada minuto significaba una vida.
La funcionaria subrayó que la respuesta fue inmediata gracias a la coordinación de todos los órdenes de gobierno. Protección Civil, bomberos, Ejército, Marina y cuerpos de emergencia se desplegaron en cuestión de minutos para sofocar las llamas y trasladar a los heridos. “Agradezco de todo corazón a quienes acudieron de inmediato, porque con su apoyo se salvaron vidas”, expresó Alavez, recordando que la solidaridad ciudadana fue tan importante como la infraestructura oficial.
Por su parte, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, informó que entre los heridos se identificaron 51 hombres y 16 mujeres, además de dos personas aún en calidad de desconocidas. Una lista con 68 nombres fue publicada para que familiares y amigos puedan localizar a los afectados en los distintos hospitales donde fueron trasladados.
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La red hospitalaria respondió con agilidad. Hospitales como Balbuena, Belisario Domínguez, Rubén Leñero, Magdalena de las Salinas, Tacubaya, Regional de Ignacio Zaragoza y Regional de Iztapalapa recibieron a las víctimas. El sistema evitó el colapso que en otras emergencias ha agravado la tragedia, una muestra de que la planeación interinstitucional puede funcionar cuando más se necesita.
Aleida Alavez reconoció que la emergencia puso a prueba a Iztapalapa y a la Ciudad de México, pero también dejó en claro que la reacción conjunta de autoridades y vecinos marcó la diferencia. Vecinos y automovilistas improvisaron brigadas para rescatar a personas atrapadas, evidenciando que la solidaridad espontánea sigue siendo un pilar en la capital.
En un país donde la negligencia suele ser protagonista de las tragedias, la funcionaria resaltó que en esta ocasión la coordinación evitó que se hablara de un desastre mayor. El dato es contundente: una pipa con 49,500 litros de gas pudo haber cobrado decenas de vidas más de no haberse activado la respuesta inmediata.
El humor negro que suele acompañar las catástrofes urbanas flotó entre los testigos: ¿cómo es que un vehículo de ese tamaño y carga circula por una arteria tan concurrida? Pregunta que deberá responder la investigación en curso. Por ahora, la prioridad sigue siendo la atención a las víctimas y la prevención de riesgos futuros.
“Seguiremos trabajando sin descanso para atender a los heridos y sus familias, y para que Iztapalapa salga adelante”, concluyó la alcaldesa. Un mensaje que, más allá de la retórica política, se sostuvo con hechos visibles: vidas salvadas, coordinación eficiente y la certeza de que en la tragedia también hay espacio para reconocer lo que se hizo bien.