Por Juan Pablo Ojeda

 

A veces el futbol americano también tiene noches para el olvido, y la de este domingo en Lambeau Field fue una de ellas. En un duelo donde las defensivas se robaron el protagonismo y las ofensivas parecían sin brújula, los Philadelphia Eagles sacaron un triunfo sufrido por 10-7 ante los Green Bay Packers, sumando su tercera victoria consecutiva y consolidando su paso en la NFC.

Lo que se esperaba como un choque de poder y estrategia terminó siendo un festival de errores, castigos y decisiones cuestionables. De hecho, el primer tiempo fue tan cerrado que terminó 0-0, algo que no pasaba en la NFL desde 2009, cuando los Browns y los Ravens se fueron en blanco en la Semana 10.

Jordan Love nunca se sintió cómodo. Apenas en la primera ofensiva, una captura lo mandó 20 yardas atrás, y desde ahí la historia fue cuesta arriba para los Packers. Su defensiva respondió al inicio con un balón suelto forzado por Edgerrin Cooper, pero el ataque no pudo capitalizar nada. Cuando por fin se acercaban a la zona de gol, Nakobe Dean apareció con otra captura que provocó un balón suelto, aniquilando una oportunidad dorada para Green Bay.

Los Eagles abrieron el marcador en el tercer cuarto con un gol de campo de Jake Elliott de 39 yardas, y aunque el marcador seguía apretado, el juego se sentía bajo control para Filadelfia. Ya en el último periodo, Saquon Barkley rompió el tedio con una escapada de 41 yardas que preparó la escena para el primer touchdown del juego: un pase perfecto de Jalen Hurts a DeVonta Smith de 36 yardas.

Green Bay no bajó los brazos. Con 10 minutos en el reloj, Josh Jacobs arrastró a tres defensivos hasta las diagonales para empatar el juego, pero el cierre volvió a teñirse de drama. Con poco más de un minuto por jugar, Jacobs soltó el balón en una cuarta oportunidad clave y Reed Blankenship recuperó para los Eagles. Los Packers todavía intentaron un gol de campo de 64 yardas, pero fue bloqueado para sellar la derrota.

Fue un juego duro de ver, pero en la NFL las victorias valen igual, aunque duelan a la vista. Los Eagles demostraron que también saben ganar feo, y eso, en noviembre, cuenta más de lo que parece. Green Bay, en cambio, dejó ir una oportunidad valiosa y rompió una racha de casi seis años sin perder dos veces seguidas en casa.

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