Por Juan Pablo Ojeda
Un equipo de astrónomos en Estados Unidos detectó una de las explosiones más luminosas jamás registradas en el universo: un destello equivalente a la luz de 10 mil millones de soles, provocado por una estrella que está siendo destruida por un agujero negro supermasivo situado a unos 10 mil millones de años luz de la Tierra.
La investigación, publicada en la revista Nature Astronomy, revela que se trata de la mayor llamarada observada en el entorno de un agujero negro. El fenómeno fue identificado por el Observatorio Transitorio de Zwicky (ZTF, por sus siglas en inglés), que lo detectó por primera vez en 2018, y aún es observable, aunque se ha ido debilitando conforme la estrella es absorbida.
Los científicos estiman que la estrella involucrada tiene entre 30 y 200 veces la masa del Sol. Al acercarse al agujero negro, su materia es desgarrada por la intensa gravedad y, al cruzar el horizonte de sucesos —el punto sin retorno—, emite un destello de energía extrema.
El agujero negro responsable de este evento tiene una masa aproximada de 300 millones de soles. Su campo gravitatorio es tan intenso que permite a los astrónomos observar el proceso con mayor detalle gracias a un fenómeno conocido como dilatación temporal cosmológica.
“Es un fenómeno llamado dilatación temporal cosmológica, debido a la expansión del espacio-tiempo”, explicó Matthew Graham, astrónomo del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y líder de la investigación. “Siete años aquí son dos años allá”, agregó, destacando cómo el tiempo se percibe de forma diferente a escalas tan grandes.
Este tipo de eventos, conocidos como interrupciones de marea estelar, son clave para entender cómo se comporta la materia en los alrededores de los agujeros negros supermasivos y podrían ofrecer pistas sobre cómo se formaron estos colosos en el centro de las galaxias.
Los investigadores señalaron que la llamarada se desvanece lentamente a medida que la estrella continúa siendo engullida. Este proceso podría prolongarse durante varios años más, ofreciendo una oportunidad única para estudiar la física extrema que rige el universo.
En la mayoría de las grandes galaxias, incluido el caso de la Vía Láctea, existe un agujero negro supermasivo en el centro. El más cercano a la Tierra se encuentra a unos mil 600 años luz y tiene una masa de aproximadamente 100 veces la del Sol.